sábado, 4 de octubre de 2025

Una casa hecha de fotografías Frida Alin

Por Andrea Fajardo

En la historia familiar de la fotógrafa Frida Alin hay una casa que ya no existe. Un hogar sencillo con una milpa que alguna vez estuvo ubicado en la frontera de Morelos y Guerrero, en México. Esta casa perteneció a sus abuelos que eran campesinos y hoy se sostiene en las imágenes de un archivo que Frida recuperó cuando ellos murieron.

 

Durante gran parte del siglo XX, la región de Morelos fue un destino laboral y de tránsito para muchas comunidades guerrerenses. Un flujo migratorio que no solo respondía a la búsqueda de empleo y mejores oportunidades, sino a la posibilidad de que Morelos fuera un lugar de paso para familias que anhelaban llegar a la Ciudad de México. Detrás de estos desplazamientos y con el crecimiento de comunidades guerrerenses, claramente, se dieron diversos procesos de pérdida y desarraigo.

 

Desde los años sesenta, la violencia política en Guerrero –sobre todo en el contexto de la Guerra Sucia– forzó a muchas familias campesinas a abandonar sus tierras. En las últimas décadas, el impacto del crimen organizado también ha convertido a Guerrero en uno de los principales expulsores de población en México.

 

Borrada por el tiempo y los desplazamientos de su familia, la casa de los abuelos de Frida ha tomado un lugar protagónico en su vida como metáfora de ausencia, pérdida y reconstrucción de la identidad. En esta entrevista, Frida nos habla de cómo encontró en la fotografía algo más que un medio de registro. Inspirada en su abuelo, que además de campesino era fotógrafo amateur, la cámara se ha vuelto para ella una herramienta de compañía. Sus trabajos más recientes se han enfocado en rescatar el archivo de su abuelo y explorar las migraciones que marcaron a familias enteras en el paso de Guerrero a Morelos.

 

 

 

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