Editorial....En nuestro país ocurre lo mismo que en muchas
naciones del mundo y quizás en todas partes; nuestra Democracia es aún
imperfecta y no tan justa como
quisiéramos. En consecuencia, la protesta y la reforma social no sólo
son un derecho sino, principalmente, un deber ciudadano para hacer mejoras en
la democracia y en el Estado. Pero no todo vale. Los grupos con presumibles ideales revolucionarios como la guerrilla que dicen perseguir un orden más justo y una vida más digna, actúan violentamente contra la población civil y destruyen recursos naturales.
Estos están hoy sentados con el gobierno hablando de paz para los territorios que han tomado desde hace muchas décadas. Podemos ver otros grupos privados que quieren defender por ley propia lo que considera ser suyo, pero en este tire y afloje la cura es peor que la enfermedad; estos grupos destruyen más que lo que construyen.Lo cierto es que
estos grupos de guerrilleros han empezado una guerra contra la sociedad y
contra el Estado. Cualquiera de nosotros, por el solo hecho de ser ciudadanos o
líderes de la democracia podemos ser víctimas directas de secuestros, amenazas
o extorciones como también podemos ser víctimas indirectas y casuales de actos
terroristas contra la autoridad o contra los servicios públicos.
Hoy estamos sufriendo
una intensa urbanización del conflicto; la violencia que antes veíamos tan
distante en los campos ahora llega a las ciudades. Los últimos actos
terroristas son un indicio no sólo de lo que pudo haber ocurrido sino, ciertamente, de lo que
puede pasar si no hacemos nada.
Como contribuimos a
la Paz que espera esta Colombia. Es responder a la destrucción con
construcción; resistir es mantenernos en
nuestros puestos de trabajo persistir en nuestras empresas, continuar en
nuestros proyectos de vida. Una Bogotá productiva, con mayor inclusión y
justicia social, con impuestos que se inviertan para valorizar y mejorar el
habitad urbano, es una sana e inteligente competencia contra los violentos que
solo buscan la destrucción de recursos.
Resistir también es
prevenir antes del que el mal este hecho y la violencia empeore, resistir es
responder a la violencia con acciones
pacíficas. Si nos resistimos y aceptamos las imposiciones de los violentos
estamos aportando nuestro tributo para
hacer de la violencia y el crimen empresas muy rentables y, además, estamos
renunciando a nuestro futuro y al de nuestros hijos.
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