Por: Luz
Marina Cárdenas
Como mujer, como persona mayor y como habitante de este hermoso y complejo país llamado Colombia, me atrevo a escribir estas palabras con el alma llena de esperanza y también de una profunda tristeza por los contrastes que aún nos dividen. Colombia, mi Colombia, tiene un NA pueblo que ha sido testigo de tantas luchas, que ha sobrevivido a un sinfín de adversidades y que aún sigue soñando con un futuro mejor. Y es ese mismo pueblo el que exige, cada día, cambios. Cambios profundos, cambios verdaderos, cambios que transformen la realidad de millones de colombianos que siguen esperando una vida digna.
El pueblo colombiano es un pueblo sabio, pero
también es un pueblo que ha sido callado durante demasiado tiempo. Como mujer y
persona mayor, he vivido la transición de épocas difíciles a tiempos de
esperanza, pero aún queda tanto por hacer. He visto como las generaciones
pasadas, las que lucharon por la paz, han sido olvidadas, mientras los jóvenes,
con su energía y su valentía, siguen luchando contra la pobreza, la violencia,
la discriminación y la falta de oportunidades.
1. La inclusión social, una deuda pendiente
El pueblo colombiano sueña con un país donde todos,
sin distinción de género, raza o edad, podamos tener las mismas oportunidades.
Las mujeres, especialmente las mayores, no podemos seguir siendo invisibles.
Las políticas públicas deben enfocarse en la inclusión y en la mejora de las
condiciones para todos los colombianos. No se trata solo de palabras vacías,
sino de acciones concretas que garanticen el acceso real a la educación, la
salud, la vivienda digna y la justicia.
Como mujer de la tercera edad, sé lo que significa
luchar por ser escuchada, por ser respetada, por ser valorada. Las mujeres
mayores vivimos a menudo en la periferia de la sociedad, y nuestros derechos
deben ser garantizados. Es urgente que el gobierno tome en serio el
envejecimiento de la población y promueva políticas que favorezcan la inclusión
de las personas mayores en todos los ámbitos de la vida social, laboral y
cultural.
2. Paz y reconciliación: el clamor que no cesa
El pueblo colombiano, después de tantos años de
conflicto, sigue demandando la paz. Las víctimas del conflicto armado han sido
silenciadas por demasiado tiempo, y sus voces deben ser escuchadas. Pero la paz
no es solo la ausencia de guerra; es también la justicia social, la reparación
a las víctimas y la creación de una sociedad donde la violencia no sea la
respuesta. Queremos una paz verdadera, construida desde el respeto, desde el
entendimiento, desde la posibilidad de que todos vivamos en un país donde el
amor por el prójimo prime sobre la división.
En este camino hacia la paz, el Estado debe dejar
de mirar para otro lado y enfrentarse con valentía a los problemas
estructurales que generan violencia: la pobreza, el desempleo, la exclusión y
la desigualdad. Las comunidades más vulnerables, aquellas que han sido
históricamente olvidadas, deben ser el centro de las políticas de
reconciliación.
3. Justicia económica: un futuro sin pobreza
El sueño del pueblo colombiano, especialmente el de
los más pobres, es tener acceso a una vida digna. La economía colombiana sigue
siendo muy desigual, con una gran brecha entre ricos y pobres. No es posible
que, mientras unos pocos disfrutan de lujos inalcanzables, millones de
colombianos luchan por sobrevivir día a día. La clase media se desvanece, y los
más vulnerables siguen quedando atrás.
Queremos un sistema económico justo, que no solo
beneficie a los poderosos, sino que promueva la equidad y el bienestar de
todos. Es hora de que las políticas públicas se enfoquen en el bienestar de las
mayorías, en la creación de empleos dignos, en el fortalecimiento del acceso a
la educación, y en la garantía de que todos podamos vivir con los derechos que
nos corresponden como ciudadanos.
4. La defensa del medio ambiente y los recursos
naturales
Un tema que preocupa profundamente a las
comunidades del país es la protección de nuestros recursos naturales. Colombia
es un país privilegiado, lleno de biodiversidad, pero también es un país
saqueado por intereses económicos que no piensan en el futuro. El pueblo
colombiano quiere ver políticas claras que protejan nuestras selvas, nuestros
ríos, nuestras montañas. No podemos seguir sacrificando el medio ambiente en
nombre del desarrollo económico que beneficia solo a unos pocos.
Conclusión: Un pueblo unido, sin temores
Los cambios que el pueblo colombiano quiere ver
son, en esencia, un reflejo de un país que aún tiene mucho por conquistar. No
se trata solo de pedir justicia, sino de construirla juntos, sin distinciones,
sin mezquindades. La comunidad, la solidaridad, la empatía deben ser la base de
cualquier política pública. El pueblo colombiano, en su diversidad, exige una
nación de paz, justicia e igualdad, donde los derechos sean para todos y no
solo para unos pocos.
Como mujer, como persona mayor, como colombiana,
exijo que estos cambios se den. Y sé que no estoy sola. Somos millones los que
pedimos una Colombia mejor. Y ese es el verdadero clamor del pueblo: un país
donde todos podamos vivir con dignidad, con justicia y con paz. Un país donde
el futuro no sea una promesa vacía, sino una realidad palpable para todos.
¡Es hora de escuchar al pueblo!
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