En esta fecha, se venera
a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico y
por tradición es un día festivo, no laborable y de precepto para los católicos,
es decir deberán participar de la Santa Misa.
Por ello, es costumbre la visita masiva a los camposantos para "coronar"
con arreglos florales las tumbas de los seres queridos y por la noche,
algunas personas mantienen como tradición las velaciones, que consiste en
permanecer en vigilia de oración a la luz de las velas hasta el amanecer o
quizás por unas horas para rogar por la salvación del alma de un familiar o
amigo.
La historia de esta
fecha se remonta al papa Gregorio III (731-741) quien consagró una capilla en
la Basílica de San Pedro a todos los Santos y arregló el aniversario para el 1
de noviembre. Más adelante, a mediados del siglo IX, Gregorio IV extendió la
celebración a toda la Iglesia.
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