martes, 27 de diciembre de 2016

Parteras del Pacifico dejan tradición por los cultos cristianos


“Es un gran golpe para nosotras ver cómo las sabedoras mayores abandonan la partería, porque en su iglesia les dicen que es hechicería”, explicó Lizeth Quiñones, presidenta de la Asociación de Parteras Unidas del Pacífico, Asoparupa.
En ese camino quedó claro que la partería es un saber ancestral de las comunidades más adentradas de las selvas del Pacífico. Entre ellos está la falta de aprecio de su labor en las comunidades y algunos médicos del sistema de salud que lo ven como una práctica empírica, relacionada más con la pobreza que con la cultura.  
Sin embargo, se mantiene vigente porque allá donde no alcanza a llegar la medicina occidental ni el Estado, está la matrona que se monta en una chalupa a cualquier hora del día para atender los partos y aconsejar a las mujeres en sus ciclos de fertilidad. “En manos de una partera los niños nacen en comunidad”
Por esa presión, las parteras se enfrentan a una encrucijada: cuando entran a las iglesias tienen que elegir si ocultar, modificar o abandonar la práctica. Para que no les digan que practican brujería.
El “secreto” es un conocimiento que pasa de generación en generación y reposa en la memoria de las parteras. Así que si las más ancianas se van, todo el saber se pierde, explica Carlos Alberto Velasco, un investigador que lleva 20 años estudiando a las cantadoras más antiguas del norte del Cauca y sur del Valle.

Después de la declaratoria de patrimonio a las parteras les espera un largo camino de socializar su conocimiento para preservarlo y conciliar con los cultos cristianos 

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